Despedida en el comienzo. (Tres años atras)

Aún cuando el ser humano consiga cumplir con todos sus sueños, siempre se sentirá vacío, insatisfecho… Nada es realmente eterno.
Es esta realidad la que desencadena todos los sufrimientos que a lo largo de la vida se manifiestan…
La existencia del hombre sé resume en un parpadeo, tan corto y tan escaso que a duras penas se logra comprender lo que significa el regalo de la vida… antes de que sean abrazados por el sueño eterno al que denominan muerte.
Pero, cuando las arenas del tiempo se detienen y el sueño eterno se posterga… ¿Cómo se le da descanso al suplicio de los recuerdos?
No hay forma de lograrlo y solo la demencia es respuesta…
Pues en el dulce teatro de lo absurdo… solo la locura es fecunda.


Despedida en el Comienzo
(Abrazo: Shneider Lioncourt)

Agonía, horror y sufrimiento… en todo nuestro alrededor solo tan deplorables sentimientos estaban presentes. ¿Qué más podía experimentarse en aquel horrendo campo de batalla? ¿Cuánto había pasado desde la última vez que por mi garganta había sentido algún alimento? no lo recordaba. Lo único que ahora recorría mi garganta era un extraordinario sabor a sangre, producido por la pila de cadáveres que a nuestro alrededor reposaban. Cientos, miles, incluso… quizás millones. Todos muertos, despojados de vida… mártires de una causa perdida.

Ahí estábamos, Mihael y yo… combatiendo contra el ejército de Aaron, el ejército que habíamos impedido atacara Londres, estábamos a más de mil kilómetros de la capital, tan lejos que era imposible llegara siquiera la noticia de este enfrentamiento una vez terminara… y si llegaba a ser así, cuando vinieran los refuerzos, ya habríamos acabado. No teníamos nada que perder… quizás esa era la razón que nos había mantenido tan aferrados a la vida… la venganza. El recuerdo de los corazones que alguna vez aceleraron los nuestros… Michelle y Blair, todo este sacrificio era por ellas, por sentirnos dignos de encontrarlas en el paraíso en el que de seguro nos esperaban pero que sin duda alguna nos iba a ser negada la entrada.

Yo no diferenciaba la noche del día, la mañana de la tarde, para mí todo era igual… los gritos de dolor, los cuerpos siendo despojados de la vida, el sabor de la sangre, el olor a muerte y el cansancio del combate… eran los únicos sentimientos que mi cuerpo podía codificar. Era una noche de luna llena, o quizás un mediodía nublado cuando finalmente mis fuerzas se habían mermado casi en totalidad.

Hinqué el filo de la espada contra el suelo, con la intención de apoyarme en la misma, para sostener el peso de mi cuerpo. Mi cabello estaba hecho un desastre, víctima de la sangre y la tierra. Mi ojo diestro permanecía cerrado tras un corte que por poco me lo logra arrancar de un tajo y sin embargo, no lo había logrado por reflejos espontáneos de mi propio cuerpo. Pero lo peor… era el ardor de mi muñeca zurda, un ardor que quemaba más que el mismo fuego del infierno… ¿Una advertencia quizás? Una llamada desesperada… contemplé en silencio aquella cicatriz, la que me recordaba mi intento de suicidio, la que me recordaba la causa de todos mis dolores y lamentos…

Respiraba con dificultad y no era para menos, demasiado había aguantado para ser un simple humano… había escuchado de Mihael lo majestuosos que eran los cazadores de vampiros en antaño, pero incluso en sus relatos, nunca habla mencionado una batalla de semejantes proporciones.

-Si seg..mos así… no se cuanto… rrr…sist..- escupí como pude entre dificultosas respiraciones. Pero a mi lado seguía Mihael, como si nada hubiera ocurrido, como si fuera apenas la primera noche de aquella tortuosa guerra.
Me aseguró que todo estaría bien, colocando su diestra sobre mi hombro. Podía escuchar el sonido de la tierra temblando de manera casi imperceptible… un nuevo batallón se acercaba, siempre fieros y mortales. Era una ventaja que yo fuera humano pues los atraía hacia a mí y entre Mihael y yo podíamos acabarlos, pero en aquel momento mis fuerzas no estaban del todo bien para aguantar un asalto más de una banda de no muertos… Quizás, era esa condición de humano la que le impedía a Mihael convertirme, por más que lo había prometido… por más que yo lo había suplicado.

Como pude me puse de pie esperando lo peor… empuñe ambas espadas entre mis manos, el placer de un último combate, de morir por defender a aquellos a los que queríamos… era un placer que nadie podría arrebatarnos en aquel momento, un placer que no pensábamos cederle a nadie. Dejé escapar un suspiro y contemple el colgante en mi cuello, un regalo de Mihael… mi amigo, a quien consideraba mi hermano… y a su lado, un dije con la mitad corazón, de plata con la letra "B" grabada en una esquina, lo suficientemente visible para cualquiera.

Cerré mi ojo sano y me puse en guardia, esperando el sonido más leve que delatara la presencia del oponente.

La batalla terminó tan rápido como había empezado pero ahora el saldo de cadáveres a nuestro alrededor era mucho mayor. Aunque intentáramos apilarlos el peso era demasiado para un humano y más uno en mis condiciones… solté mis espadas y me deje caer abatido. Era el fin… ya no había ninguna razón para mantenerse en pie, no tenía fuerzas ni para despedirme de Mihael… lamentaba haberme alejado de Blair de la manera en que lo había hecho… pero finalmente, podría reunirme con ella.

-Perdónenme… por… todo… Mihael…y tú tam..en mi luna, Blair- susurré mientras mis ojos se cerraban por si solos, los recuerdos de mi vida me atormentaban, buscando que los últimos segundos de mi existencia fueran un infierno peor al que me esperaba. Me veía, en el accidente con Blair, cuando Aaron apareció indirectamente en mi vida y me aparto del ser que más amaba… luego llego su entierro y su funeral, desde ese día nunca volví a ser el mismo… Shneider Lioncourt había muerto esa noche por el dolor de perder a la única persona que le había mostrado un mundo diferente al que contemplaba todos los días.

Me vi partiendo de casa, dejando a Mihael solo, fui en búsqueda de respues… yo, un simple humano… quería acabar con aquel demonio del pasado.